Diablerie
Hay algo que los antiguos Vástagos temen más aún que el fuego y la luz del sol, y es el pecado conocido como diablerie o Amaranto. En la sociedad vampirica se trata del crimen más grave, y aquellos que lo practican son sometidos a los peores castigos que se puedan imaginar.
En pocas palabras, la diablerie es el acto de alimentarse de un vampiro igual que de los mortales. Al hacerlo no solo se consume la sangre de la víctima (y la sangre de vampiro es mucho, mucho más dulce que la de cualquier mortal), sino también su poder.
Cometer Diablerie
Un vampiro que quiera cometer diablerie deberá consumir toda la sangre de su víctima vampírica. Después deberá seguir chupando para (según la leyenda) absorber su alma. El esfuerzo de este acto es monumental, ya que el espíritu de los Vástagos es tenaz y se aferra como puede a la no-vida, esperando poder regenerar su cuerpo y despertar una vez más.
Cuando el cuerpo del Vástago ha sido vaciado por completo empieza el verdadero conflicto. El jugador del diabolista deberá llamar a los narradores para ver el resultado del amaranto. Un vampiro que está cometiendo diablerie es muy vulnerable a cualquier ataque. El conflicto por absorber el alma requiere de una gran concentración, y detenerse, aunque sea por un momento, arruina la posibilidad de capturar el espíritu.
El tiempo necesario para cometer diablerie es cinco minutos.
Las Recompensas de la Diablerie
Tras la realización con éxito de este acto el diabolista será invadido por la euforia, y puede llegar a entrar en frenesí. La sensación es similar a la del orgasmo, pero mucho más poderosa; tanto, de hecho, que muchos Vástagos terminan haciéndose adictos.
El verdadero beneficio de la diablerie se hace evidente si el diabolista consume la vitae de un vampiro con una potencia de sangre superior a la suya. El diabolista robará literalmente el poder y aumentará en un punto su potencia de sangre y podra obtener una nueva disciplina que conociese el vástago consumido.
Los Peligros de la Diablerie
Cometer diablerie podría parecer el crimen perfecto para los neonatos hambrientos de poder: no queda cuerpo alguno, y casi todos los vampiros con más de una década se descomponen rápidamente en una masa irreconocible de gusanos. Sin pruebas sólidas, ni siquiera el Príncipe más despótico realizaría una acusación formal de asesinato.
Sin embargo, aquellos que cometen esta atrocidad descubren pronto que los diabolistas llevan las pruebas de sus crímenes en sus propias almas. Los vampiros con la Disciplina Auspex pueden detectar a un diabolista mediante la Percepción del Aura. Las energías robadas de la víctima se mezclan con las propias, dejando gruesas marcas negras en el aura del culpable.
Incluso aquellos con percepciones especiales suelen sentir una cierta “corrupción” en el diabolista. Durante unos meses el culpable emitirá una vibración que inquietará a los Vástagos más sensibles. No sabrán qué hizo exactamente el vampiro, pero se sentirán incómodos en su presencia.
El mayor peligro de diabolizar a un vástago más poderoso, es no conseguir controlar el alma que se absorbe y acabar sucumbiendo ante su poder. Si esto ocurre, el vampiro diabolizado toma el control del personaje diabolista para el resto de los tiempos....